domingo, 25 de octubre de 2015

Secretos y recursos de la creatividad – Cómo se inicia una narración – 1 de 3

Cómo se inicia una narración

Iniciar una narración implica diferentes cuestiones: de dónde nace; cómo comenzarla y por dónde comenzar.
¿De dónde nace un relato? De todo lo que atañe al ser humano y que vivencia más o menos conscientemente.
De las maneras de comenzarlo dependerá el interés o el desinterés que el relato despierte en el lector.
Por dónde comenzar, a su vez, se refiere a cuál es el punto más conveniente de nuestro relato para convertirse en el párrafo inicial.
Los tres aspectos señalados funcionan simultáneamente en la práctica, pero desarrollarlos por separado nos permitirá reflexionar acerca de ellos y encontrar nuevos recursos.


De dónde nacen los relatos

Chandler decía que una de sus peculiaridades y dificultades como escritor era que no descartaba nada. A la vez, su razón para empezar a escribir era un sentimiento ineludible, decía que se hubiera hundido si no se hubiera puesto a escribir cada vez que ese sentimiento lo atacaba. Tanto hacerlo compulsivamente como no descartar nada son motivaciones para comenzar.
No descartar nada significa:

1 Escribir comienzos de relatos en el momento que se nos ocurren y sin prejuzgare su valor.

2 Escribir tanto lo que se vive como lo que se imagina: aunque imaginar es, en realidad, una manera de vivir.



Estar dispuesto a escribir

Estar en disposición de escribir no es para todos lo mismo ni es para cada uno igual en distintos momentos. El punto de partida para comenzar a escribir un texto puede ser de diversos tipos. Lo importante es no dejar pasar por alto ninguno de ellos.
Veamos algunos posibles puntos de partida u orígenes de textos y ejemplos de algunos escritores:

Una impresión

Hay impresiones perdurables que más pronto o más tarde pueden ser motivadoras del comienzo de un relato.
Así nos cuenta José Luis Sampedro en el principio de su novela El río que nos lleva:

“Tenía yo trece años y acababa de llegar a Aranjuez cuando me hice amigo de otros muchachos de mi edad con quienes, al llegar el verano, acudía a bañarme en el Tajo cada día. Hasta que cierta mañana de agosto nos fue imposible zambullirnos porque el río estaba como entarimado; es decir, completamente cubierto de troncos flotantes que unos hombres, saltando sobre ellos o desde la orilla y empujándolos o atrayéndolos con un gancho al extremo de una vara, conducían hacia el resbaladero de una presa, desde donde continuaban flotando río abajo hasta la playa (…). Aquellos hombres, rudos y elementales, pastores de tronco sobre el río, me impresionaron tanto (…) que nunca pude olvidarlos.”

Imágenes evocadas

Las imágenes suelen ser evocaciones imborrables. Dice Juan Marsé:

“Mis novelas parten de imágenes. Existe una serie de imágenes básicas que te obsesionan, que arrastro del pasado, experiencias personales o cosas que te han contado, no distingo entre ambas. La suma de varias combinadas me proporciona no una idea sino la posibilidad de comenzar o continuar una historia.”

Un deseo

Es conocido el hecho de que a muchos escritores los persiguen sus obsesiones y logran liberarse de ellas transformándolas, convirtiéndolas en materia prima para un relato o en el relato mismo.
Así Umberto Eco dice que escribió El nombre de la rosa porque tenía ganas de envenenar a un monje.
Un buen modo de superar esa obsesión fue construir un mundo y una situación que le permitieran “hacerla realidad”.


Los cinco sentidos


La vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato son nuestros cables con el mundo, Se trata de percibir y aprovechar las imágenes generadas por nuestros sentidos:

La vista
Uno participa involuntariamente de situaciones inesperadas que hay que registrar porque pueden darnos pie a un comienzo de narración. O buscar otras voluntariamente.
Por ejemplo, el encuentro con dos ancianas cogidas del brazo caminando por la calle nos puede proporcionar un comienzo que tenga relación con la nostalgia.

El oído
Lo mismo que con la vista ocurre con el oído. Oímos sin escuchar, pero escuchar es el objetivo para rescatar imágenes.
Por ejemplo, el ladrido permanente de un perro en el pequeño balcón enfrentado a nuestra casa nos puede proporcionar un comienzo que insinúe abandono.

El tacto
Tocar no es un acto similar a ver ni a oír. Es un acto más voluntario.
Por ejemplo, el contraste entre una superficie lisa como un cristal y una rugosa como el de una piedra erosionada, nos puede proporcionar un comienzo que tenga reminiscencias de un espacio sin vida presente.

El gusto
Un sabor tiene que ver, generalmente, con las raíces de uno. Saborear la comida de la infancia nos puede llevar al campo de la evocación ma, o menos, placentera.

El olfato
Muchos son los escritores que emplean un aroma como evocación. De hecho, los lugares tienen olores característicos: el del mar, el de los países tropicales, etc.

La sugerencia:
Dedicar una hora cada dos o tres días a buscar principios de relatos de modo consciente, distinguiendo entre los diferentes puntos de partida posibles.



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