Evocar
Vivimos
condicionados por los recuerdos. Incluso hay quienes sienten un placer mayor al
recordar lo vivido que al vivirlo. Suelen repetir: “cuando se lo cuente a
Fulano no se lo va a creer”. En esto también reside el placer de contar. Y
suele convertirse en “inspiración”, en maquinaria productora de la escritura.
Decía
Walter Benjamin:
“quien empieza
a abrir el abanico de los recuerdos encuentra siempre nuevas piezas, nuevas
varillas, y ahora el recuerdo va de lo pequeño a lo microscópico.”
La
evocación está en la esencia misma del contar. De hecho, son los ancianos
quienes mayor acopio de historias tienen y cuando se los escucha contarlas
siempre hay alguien que dice que deberían escribir un libro. Escribir es
revivir los recuerdos en muchos sentidos de la palabra revivir: se vuelve a
vivir, pero de otra manera, al incluirlo en otro contexto y transformarlo estéticamente.
La sugerencia:
Realizar
lo que explicita Benjamin: recordar de lo pequeño a lo más pequeño, y de lo más
pequeño a lo microscópico.
Sentir afectos
Tanto
el amor como el odio son sentimientos productores. Escribir es un modo de
catarsis. Pero la catarsis es una vía negativa para la creatividad. Catarsis
tiene que ver con desahogo, con vaciarse. En cambio, al crear se da un
movimiento de ida y vuelta: cada vaciado estimula la plenitud, tiene que ver
con transfiguración.
La
afectividad genera una corriente de imágenes y una aceleración de los deseos.
Para Bergson, “creación significa, ante todo, emoción”.
Entonces,
los sentimientos, cada uno en especial y a su manera, generan ocurrencias.
Tanto en amor como el odio producen estados de fabulación en los que se
proyecta mentalmente lo vivido y lo posible. Pero, además, todo sentimiento es
motor –la tristeza, la ira, los celos, de las más pasionales creaciones.
La sugerencia:
No
desaprovechar el momento de “carga” afectiva para apuntar ideas o escribir un
texto.
Sobre la
inspiración
En las citas siguientes, Harold Pinter y
Norman Mailer nos cuentan cómo consiguen inspirarse.
Harold
Pinter dice:
“No recuerdo con exactitud cómo se
desarrolló una obra determinada en mi mente. Creo que lo que ocurre es que
escribo en un estado de excitación y frustración muy grande. Sigo lo que veo
en el papel que tengo delante… una frase tas otra. Eso no quiere decir que no
tenga una posible y tenue idea general… La idea que primero surge, no genera
necesariamente lo que ocurre a continuación, engendra la posibilidad de un
acontecer general, que es el que me lleva adelante. Tengo una idea de lo que
podría ocurrir… en ocasiones estoy absolutamente seguro, pero muchas veces se
ha demostrado que andaba equivocado por lo que en realidad ocurre. A veces
voy avanzando y me encuentro escribiendo ‘entra C.’, cuando ni siquiera sabía
que tenía que entrar; tenía que entrar en ese momento, eso es todo”
Norman
Mailer lo cuenta casi como un proceso vivo:
“Quizás una imagen apropiada para mí sea que
comienzo construyendo una cabaña en un árbol y acabo construyendo un
rascacielos de madera. Lo que quise hacer con Los desnudos y los muertos era escribir una novela corta sobre la
patrulla larga. A lo largo de toda la guerra seguí pensando en esta patrulla.
Tuve la idea incluso antes de marcharme al extranjero. Probablemente la
estimularan unos cuantos libros que había leído: En el Valle, de John Hersey, Paseo
por el Sol, de Harry Brown, y un par de libros más que no recuerdo. De
estos libros surgió la idea de escribir una novela sobre la patrulla larga. Y
empecé a crear os personajes. Todo el tiempo que estuve en el extranjero una
parte de mí estaba trabajando en esta patrulla larga. Incluso acabé metido en
un destacamento de reconocimiento en el que había pedido que me incluyeran.
Después de todo, un destacamento de reconocimiento suele hacer largas
patrullas. El arte seguía traduciendo la vida. En cualquier caso, cuando
empecé a escribir Los desnudos y los
muertos pensé que sería una buena idea hacer uno o dos capítulos
preliminares en los que dar al lector la oportunidad de conocer a los
personajes antes de que se fueran de patrulla. Pero los seis meses siguientes
y las primeras quinientas páginas se me fueron en el empeño, y recuerdo que
los primeros días estaba molesto por lo que estaba tardando en empezar a
trabajar con la patrulla.”
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario