sábado, 10 de enero de 2015

Secretos y recursos de la creatividad – Teoría de la inspiración – parte 3 de 4


Evocar

Vivimos condicionados por los recuerdos. Incluso hay quienes sienten un placer mayor al recordar lo vivido que al vivirlo. Suelen repetir: “cuando se lo cuente a Fulano no se lo va a creer”. En esto también reside el placer de contar. Y suele convertirse en “inspiración”, en maquinaria productora de la escritura.
Decía Walter Benjamin:

“quien empieza a abrir el abanico de los recuerdos encuentra siempre nuevas piezas, nuevas varillas, y ahora el recuerdo va de lo pequeño a lo microscópico.”

La evocación está en la esencia misma del contar. De hecho, son los ancianos quienes mayor acopio de historias tienen y cuando se los escucha contarlas siempre hay alguien que dice que deberían escribir un libro. Escribir es revivir los recuerdos en muchos sentidos de la palabra revivir: se vuelve a vivir, pero de otra manera, al incluirlo en otro contexto y transformarlo estéticamente.

La sugerencia:
Realizar lo que explicita Benjamin: recordar de lo pequeño a lo más pequeño, y de lo más pequeño a lo microscópico.

Sentir afectos

Tanto el amor como el odio son sentimientos productores. Escribir es un modo de catarsis. Pero la catarsis es una vía negativa para la creatividad. Catarsis tiene que ver con desahogo, con vaciarse. En cambio, al crear se da un movimiento de ida y vuelta: cada vaciado estimula la plenitud, tiene que ver con transfiguración.
La afectividad genera una corriente de imágenes y una aceleración de los deseos. Para Bergson, “creación significa, ante todo, emoción”.
Entonces, los sentimientos, cada uno en especial y a su manera, generan ocurrencias. Tanto en amor como el odio producen estados de fabulación en los que se proyecta mentalmente lo vivido y lo posible. Pero, además, todo sentimiento es motor –la tristeza, la ira, los celos, de las más pasionales creaciones.

La sugerencia:
No desaprovechar el momento de “carga” afectiva para apuntar ideas o escribir un texto.




Sobre la inspiración

En las citas siguientes, Harold Pinter y Norman Mailer nos cuentan cómo consiguen inspirarse.

Harold Pinter dice:

“No recuerdo con exactitud cómo se desarrolló una obra determinada en mi mente. Creo que lo que ocurre es que escribo en un estado de excitación y frustración muy grande. Sigo lo que veo en el papel que tengo delante… una frase tas otra. Eso no quiere decir que no tenga una posible y tenue idea general… La idea que primero surge, no genera necesariamente lo que ocurre a continuación, engendra la posibilidad de un acontecer general, que es el que me lleva adelante. Tengo una idea de lo que podría ocurrir… en ocasiones estoy absolutamente seguro, pero muchas veces se ha demostrado que andaba equivocado por lo que en realidad ocurre. A veces voy avanzando y me encuentro escribiendo ‘entra C.’, cuando ni siquiera sabía que tenía que entrar; tenía que entrar en ese momento, eso es todo”


Norman Mailer lo cuenta casi como un proceso vivo:

“Quizás una imagen apropiada para mí sea que comienzo construyendo una cabaña en un árbol y acabo construyendo un rascacielos de madera. Lo que quise hacer con Los desnudos y los muertos era escribir una novela corta sobre la patrulla larga. A lo largo de toda la guerra seguí pensando en esta patrulla. Tuve la idea incluso antes de marcharme al extranjero. Probablemente la estimularan unos cuantos libros que había leído: En el Valle, de John Hersey, Paseo por el Sol, de Harry Brown, y un par de libros más que no recuerdo. De estos libros surgió la idea de escribir una novela sobre la patrulla larga. Y empecé a crear os personajes. Todo el tiempo que estuve en el extranjero una parte de mí estaba trabajando en esta patrulla larga. Incluso acabé metido en un destacamento de reconocimiento en el que había pedido que me incluyeran. Después de todo, un destacamento de reconocimiento suele hacer largas patrullas. El arte seguía traduciendo la vida. En cualquier caso, cuando empecé a escribir Los desnudos y los muertos pensé que sería una buena idea hacer uno o dos capítulos preliminares en los que dar al lector la oportunidad de conocer a los personajes antes de que se fueran de patrulla. Pero los seis meses siguientes y las primeras quinientas páginas se me fueron en el empeño, y recuerdo que los primeros días estaba molesto por lo que estaba tardando en empezar a trabajar con la patrulla.”



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