sábado, 6 de diciembre de 2014

Técnicas y temas del oficio – Autorretrato – Parte 2 de 3

Necesidad del autorretrato

La técnica del retrato o del autorretrato en la novela es típica en la novela tradicional, sobre todo de la correspondiente a la corriente realista donde se empleaba para reflejar la realidad. Al respecto, nos aclara Carlos Fuentes:

“La cárcel del realismo es que por sus rejas sólo vemos lo que ya conocemos. La libertad del arte consiste, en cambio, en enseñarnos lo que no sabemos. El escritor y el artista no saben: imaginan. Su aventura consiste en decir lo que ignoran. La imaginación es el nombre del conocimiento en literatura y en arte. Quien sólo acumula datos veristas, jamás podrá mostrarnos como Cervantes o como Kafka, la realidad no visible y sin embargo tan real como el árbol, la máquina o el cuerpo.”

Es decir:
No se trata de ser lo más verista posible a la hora de autorretratar a un personaje y tomar de la realidad una serie de rasgos físicos normales y corrientes que no lo identifican, a saber:
·         pelo negro
·         ojos marrones
·         nariz recta
·         boca mediana
·         un metro sesenta de estatura

O elegir una serie de datos poco comunes y utilizarlos, ponérselos al protagonista sin que lo que se desea relatar lo justifique, a saber:
·         dos verrugas en la mejilla izquierda
·         una cicatriz en el labio
·         una ceja más alta que la otra
·         ausencia de pestañas

Como vemos, ni la primera ni la segunda lista nos servirá, por distintos motivos. La primera es inadecuada porque son elementos poco significativos, obvios. La segunda no se puede utilizar si no es porque con ese dato se quiere indicar algo más.
Lo conveniente es elegir determinados rasgos (incluso los precedentes) para indicar otra cosa, otra realidad: para construir un personaje tipo como símbolo de un mundo o de una situación determinados.


Ben Gunn, el hombre de la isla, en un grabado de William Pager, 1899

Por ejemplo, en La isla del tesoro, el autor lo hace de la siguiente manera para destacar la situación de abandono:

“Me acerqué y pude comprobar que era un hombre de raza blanca, como yo, y que sus facciones hasta resultaban agradables. La piel, en las partes visibles de su cuerpo, estaba quemada por el sol; hasta sus labios estaban negros, y sus ojos azules producían la más extraña impresión en aquel rostro abrasado. Su estado andrajoso ganaba al del más miserable mendigo que yo hubiera visto o imaginara. Se había cubierto con jirones de lona vieja de algún barco y otros de paño marinero, y toda aquella extraordinaria colección de harapos se mantenía en su sitio mediante un variadísimo e incongruente sistema de ligaduras: botones de latón, palitos y lazos de arpillera. Alrededor de la cintura se ajustaba un viejo cintón con hebilla de metal, que por cierto era el único elemento sólido de toda la indumentaria.
-¡Tres años! –exclamé-. ¿Es que naufragaste?
-No, compañero –dijo-. Me abandonaron”

Si hacemos la lista de rasgos físicos y otros elementos que emplea el autor en este caso, tenemos:

·         raza blanca: identificación con el narrador;
·         piel quemada por el sol: paso del tiempo;
·         labios negros: abandono;
·         ojos azules: contradicción con el resto de los datos que indica un mundo diferente, al que el personaje perteneció;
·         rostro abrasado: paso del tiempo;
·         harapos: abandono;
·         viejo cinturón: abandono.

Como vemos, cada uno de los aspectos señalados está justificado.


Cómo enfocar

El autorretrato físico se puede organizar de diversas maneras. En general, y es una característica de la literatura actual, no hay un enfoque absoluto o puro, sino que los diferentes enfoques se entrelazan entre sí, se combinan, incluidas la autobiografía y las memorias.
Algunas de las variantes con las que podemos trabajar son:

1  Describiendo la cara o el cuerpo: las manos, los pies, etc, o el cuerpo entero, el conjunto

En el primer caso, se pueden destacar los ojos o la boca, por ejemplo, y conseguir diferentes objetivos:

·        herencia: tengo los ojos amarillentos, como mi abuelo;
·        erotismo: mi boca es carnosa como corresponde a una buena amante;
·        desvalorización: mis ojos son pequeños como los de las ratas.

En el segundo, ocurre lo mismo pero se pueden incorporar escenarios más vastos al poder situar, por ejemplo, el cuerpo en relación con la balanza; con los vestidos, etc.:

·        angustia: peso más de la cuenta;
·        horror: soy sólo mi sombra;
·        seducción: mi cintura se destaca a través del vestido de gasa.

2  Empleando diferentes enfoques al describir tanto parte como el conjunto

·        Desde una mirada satírica:
El personaje se autorretrata seleccionando rasgos que lleven a la ironía. Tomamos un ejemplo de La última viuda de la confederación lo cuenta todo, de Allan Gurganus, que emplea la comparación. El narrador es la protagonista que describe un aspecto de su cara:

"Ahora hay más agitación, la gente viene a visitarme a mí. Dicen que les intereso. Como tu, que has puesto esa grabadora sobre mi cama. Pero estás muy lejos. Acerca más esa silla de plástico, chica… Ahora está mejor. Una cara bonita. ¡Oh!, sé qué aspecto tiene la mía: arrugada y abollada como una calabaza seca. Pero lo mismo pasa con lo que hay detrás. ¿No dicen que cuanto más lista es una persona más arrugado tiene el cerebro? Bueno, chica, si lo que hay dentro de mi tiene el aspecto de lo que me cuelga por fuera, creo que debo haber llegado al nivel de los genios."

·        Desde una mirada fantástica:
El personaje se autorretrata haciendo una descripción irreal que apunta a contar algo que está más allá de lo que cuenta.
Lo vemos en El interior de la noche, un cuento de Antonio Tello, donde en lo real se cuela lo fantástico que inquieta:

"Un amigo me salvó la vida y me condenó para su mayor gloria. Apenas si recuerdo aquel que era cuando comenzaron a correr de boca en boca historias extraordinarias sobre mí. Según mis contemporáneos morí de enfermedad primero y de una pendencia de juego después.
Lo cierto es que estoy cansado. Soy tan viejo que me pesan las generaciones pasadas y las que vendrán, la continua reiteración de lo creado, mientras la membrana que constituye mi cuerpo crece como una telaraña viva. Mi alma es ese débil filamento que se pierde en el negro celoma; una medusa brillante en las profundidades del tiempo donde estoy encarcelado."



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