“La empresa de tratar de escribir
novelas ‘apócrifas’, es decir, que imagino escritas por un autor que no soy yo
y que no existe, la he llevado hasta el final en Si una noche de invierno, un viajero.
Es una novela sobre el placer de leer novelas: el protagonista es el lector,
quien comienza a leer diez veces un libro que, por circunstancias ajenas a su
voluntad, no logra terminar.”
I.
C.
Siempre atento a lo que
ocurría a su alrededor tanto social como políticamente, y gracias a su pasión
por experimentar, Calvino encaró una nueva aventura con cada libro, tanto
temática como estilísticamente. Gran parte de su narrativa tiene el tono y la estructura
propios del cuento popular. La mayoría de los libros que componen su obra son
edificios fantásticos –a veces por el tono, a veces por las situaciones-, y
suelen seguir el esquema de las rondallas. Pasa del empleo de los símbolos a
una concepción de la literatura como proceso combinatorio de historias. Es un
gran experimentador. Sin embargo, a través del juego y de la invención de
novedosos procedimientos, el escritor no deja de aludir a los problemas que
asolan al hombre contemporáneo.
Las etapas
Italo Cavino pasó por
diferentes etapas literarias, determinadas tanto por sus preocupaciones
sociales como por su necesidad de cambio, hecho que intentó en el medio que
mejor conocía: el campo del lenguaje y de la narración.
Planteamos la siguiente
división en etapas desde un punto de vista técnico. En realidad, tanto el
testimonio como el juego y la reflexión son preocupaciones constantes y
conectadas entre sí en casi toda su obra. El objetivo es describirlas con el
fin de generar ideas.
1 Etapa testimonial
La corriente neorrealista
dominaba el panorama italiano cuando Calvino se inició como escritor. Se
concebía la literatura como un medio para el testimonio personal. Sin embargo,
si bien él enfoca su primera novela, El sendero de los nidos de araña, inmerso en esa
euforia confesional y cuenta su participación en la lucha partisana, lo hace de
un modo distinto: desde la visión de un niño y en una atmósfera fantástica.
2 Etapa lúdica
Calvino incorporó las
máximas posibilidades del juego en muchas de sus variantes como hilo conductor
de sus textos. Es decir que experimentó con el azar, empleando juegos cuyo
resultado no depende de la habilidad sino de la suerte, pero lo hizo de un modo
consciente, probando entre los vericuetos del lenguaje cuyas reglas recreó.
Así, escribió El
castillo de los destinos cruzados, donde las cartas del tarot son
las organizadoras de la historia.
Un ejemplo ineludible para
encarar la escritura creativa es la novela Si una noche de invierno, un viajero, que citamos
al comienzo. En ella, y tal como lo especifica él mismo, tuvo que escribir el
inicio de diez novelas distintas: una, todo sospechas y sensaciones confusas;
una, en que todo son sensaciones corporales y sanguíneas; una, introspectiva y
simbólica; una, revolucionaria existencial; una, cínica brutal; una novela de
manías obsesivas; una, lógica y geométrica; una, erótica perversa; una,
telúrica primigenia; una, apocalíptico-alegórica.
3 Etapa reflexiva
Desarrolló a lo largo de
su vida una detallada y variada reflexión sobre el hecho de escribir sumamente
aprovechable en la práctica de todo escritor.
En su libro póstumo Seis propuestas
para el próximo milenio, se publican algunas de sus reflexiones
acerca de las condiciones para que la escritura creativa sea más rica.
Dichas condiciones son:
1 Levedad:
Levedad
se asocia con precisión y determinación, no con vaguedades.
2 Rapidez:
Implica
economía del relato. Si se trata de peripecias, aconseja narrar lo más
esencial.
3 Exactitud:
Se
refiere al diseño o la organización de la obra, que debe ser bien definido y
calculado. Para ello, reducir los acontecimientos contingentes.
4 Visibilidad:
Partir
de la palabra para ir a la búsqueda de la imagen visual, y no al revés, es lo
que Calvino aconseja.
5 Multiplicidad:
Enfocar
la novela moderna como si fuera una enciclopedia.
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