sábado, 8 de febrero de 2014

Técnicas y temas del oficio – El retrato – Parte 2


Adiestrar el ojo

En el retrato, la técnica de la fotografía abarca aspectos que pueden aportarnos recursos en el territorio de la escritura. Para ello, debemos considerar esta técnica como un disparador o una brújula. Disparador porque amplía nuestro modo de captar lo que nos rodea; como una brújula, porque se convierte para nosotros en un instrumento de orientación.
Pero debemos practicar el encuadre. Un buen ejercicio al respecto es el típico de los fotógrafos: mirar a través del visor de la cámara, aunque no se tenga intención de disparar. Hay que concentrarse en lo que se ve y puede ser muy práctico utilizar el truco de formar un visor con los dedos índices y los pulgares.
Como decía el fotógrafo francés Henri Cartier Bresson:

   “Fotografiar es, en un mismo instante y en una fracción de segundo, reconocer un hecho y la organización rigurosa de las forma percibidas visualmente que expresan este hecho. Es poner en el mismo punto de mira la cabeza el ojo y el corazón.”

En este sentido, el escritor Christopher Isherwood se mimetiza con esta técnica y lo enuncia de la siguiente manera:

   “Yo soy como una cámara  con el obturador abierto, pasiva, minuciosa incapaz de pensar. Capto la imagen del hombre que se afeita en la ventana de enfrente y de la mujer en quimono, lavándose la cabeza. Habrá que revelarlas algún día, fijarlas cuidadosamente en el papel.”

Lo necesario

Adiestrar el ojo a ver  es entrenarnos para recortar o necesario y no lo prescindible.
Lo necesario es aquello que nos permite decir más de lo que la descripción misma expresa.
De lo contrario, sería una crónica periodística y no una novela o un cuento.
Prescindibles son los datos correspondientes a todo el mundo en general y no al personaje de nuestro relato en particular.

Por ejemplo:

·        Cuando la descripción es necesaria:
Nunca se quita el delantal descolorido, tiene las uñas mordidas y unos ojos tan descoloridos como el delantal de tanto mirar los culebrones de la tele mientras sus agujas tricotan sin parar.

Este retrato nos dice, además de lo que dice, lo siguiente:

o       Abandono, poco poder económico (detalle: el delantal)
o       Ansiedad (detalle: las uñas)
o       Fantasía (detalle: los culebrones)
o       Trabajo (detalle: agujas)

·        Cuando la descripción es prescindible:
Es moreno, tiene el pelo renegrido. Es alta, de un metro setenta aproximadamente. Sus ojos son tan negros como su pelo.

Este retrato incluye datos que tal vez sean significativos para el autor, porque conoce a una persona con esas características, pero estas son demasiado generales y no nos amplían el campo informativo, ni nos aportan nada al relato: una persona morena es morena y nada más; con los demás datos ocurre lo mismo.


El encuadre

El encuadre es el marco que se le da a determinado aspecto en determinado momento para atraer la atención del lector.
En fotografía, los encuadres iluminan la escena central. Por ejemplo, en los paisajes se puede conseguir el realce del tema principal enmarcando al foto a través de un arco, de una puerta o de las rejas de un portal, e interesaremos más al lector que si se hace directamente.
Al encuadrar, se seleccionan determinados rasgos, lo cual depende en gran medida del enfoque. El enfoque selectivo es un medio de realzar zonas concretas del encuadre. Jugando con el enfoque se puede centrar el tema para expresar un punto de vista en particular.

Dichos enfoques pueden ser:

·        Plano general
Este nos aporta una visión de conjunto del personaje.
Ejemplo: Una persona en medio de un valle.

·        Primer plano
Incluye menos elementos de referencia pero precisamente por ser exclusivos se destacan.
Ejemplo: Un vientre pronunciado/ Unos ojos miopes


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