lunes, 18 de marzo de 2013

Secretos y recursos de la creatividad – Ideas para escribir - parte 1



Ideas para escribir

¿Dónde habitan las ideas que canalizamos en la escritura? ¿Cómo se apela a ellas? ¿Qué procedimientos empleamos?
Ideamos tenemos todos, pero no todos las atrapamos a tiempo. Y si las atrapamos, cada uno lo hace a su manera. Captar cómo lo hacemos e incrementarlo nos permite aprovecharlo mejor. Intuición, experiencia, experimentación, juego, observación, son algunos de los fenómenos impulsores.
Improvisación o planificación son los procedimientos generales de acopio de ideas.
Aquí vamos a encarar ambos aspectos: los impulsos y los procedimientos como vías para la elaboración del texto.


Las ráfagas

A veces, las ideas pasan por la mente como ráfagas. Y creemos que se nos escapan. Pero las ideas vuelven. Ya lo han advertido muchos escritores. Truman Capote, por ejemplo, que decía que cuando se le ocurría algo nunca lo apuntaba inmediatamente, sino que lo dejaba sedimentar pues lo verdaderamente potente siempre vuelve.
Es como un tamiz: a través del colador pasa el polvillo, pero la pulpa queda y es lo que se explota. Por eso, Capote en lugar de apuntar esperaba. Mientras tanto, de esas ráfagas que nos asaltan podemos rescatar:

La sensación que
percibimos al vuelo

Astillas generadoras
de otras ideas diferentes

Se trata de trasladar sensaciones y astillas al campo del lenguaje. Es un modo de establecer una cita con las palabras. A veces el camino es más importante que la meta. En este caso lo es: recoger las astillas nos permitirá encender el fuego; captar las sensaciones será útil para hacerlo con energía.

La sugerencia:
No tratar de apuntar la idea que nos sobreviene completa, sino sus resonancias.



Las “astillas”

Confeccionar una lista de sensaciones, que aunque no nos sirvan por sí mismas sean aptas para caracterizar personajes, acelerar enigmas, etc., es una posibilidad. Otra es confeccionar una lista de asociaciones; o sea, de astillas.
Lo que llamamos astillas son señales, indicadores. Sucede en cualquier momento y en cualquier lugar: mientras trabajamos, mientras comemos, mientras paseamos o mientras dormimos; es conocido el comentario de los escritores acerca de que en el duermevela se les superponen las ráfagas de ideas y les resulta perentorio levantarse a escribir.
Las llamamos astillas porque, como tales, son trozos pequeños de una totalidad. Para ejemplificar este caso utilizaremos el comienzo de Gansos salvajes, de Louise Erdrich:

“Los viernes por la mañana voy a la laguna con mi hermano Eli a esperar que las aves desciendan. Nos hemos construido un pequeño escondrijo. Eli tiene un sexto sentido y una puntería que yo no puedo igualar, pero es tímido y no le gusta hablar.”

Las astillas de las que surgió el cuento podrían ser:

·        Astilla 1:
El autor leyó en el periódico la noticia de que un hombre asesinó a su hermano.
La noticia le causó horror y el horror le produjo la necesidad de contar lo contrario: dos hermanos aliados.
La astilla, o sea la señal, es la visión del crimen, pero también (y aquí coincide la astilla con la sensación) es el horror.

  • Astilla 2:
Asesinar = cazar = cazar aves: esperan las aves para cazar.
Es decir que podía haber relacionado lo del asesinato leído en el periódico con la caza, y a la hora de producir el cuento aprovechó esa astilla para unirla a la anterior y utilizarla como nexo entre los hermanos.

  • Astilla 3:
Esta señal podría haberla recogido mucho antes o mucho después de las anteriores, pero a registró para utilizarla cuando le conviniera.
Vio un hormiguero mientras atravesaba un parque.
Relacionó el hormiguero con un pequeño escondrijo que luego incorporó a la historia.

  • Astilla 4:
Recordó a un amigo de la infancia que era como su hermano y hablaba poco. Un recuerdo puede provocar una astilla.
Lo aplica al personaje y de aquí podría surgir la idea de que a Eli no le gusta hablar.



La sugerencia:
Una vez apresadas las resonancias de las ideas, conviene ordenarlas para su futura incorporación en un texto.

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