viernes, 14 de diciembre de 2012

Técnicas y temas del oficio – El diario íntimo/2 – Parte 2


El diario como vicio

También hablan de la vida otros escritores cuyos diarios, en algunos casos, sólo podían haberse publicado después de su muerte porque el único tema es el yo ante la vida, no van destinados a nadie.
Así tenemos el diario de Jules Renard, el de Kafka, el de Pavese, en los que los autores escriben sin pausa. Es como si en lugar de escribir como acto de vida, apuntar como descarga o como análisis, el vicio del diario se agudizase como cualquier otro vicio. Entonces se vive para llenar el diario, se coleccionan vivencias para incluirlas en él. Se ha dicho que se trata de seres que no pueden experimentar la vida más que a través de esa escritura compulsiva.
Le ocurrió tanto a Camus como a la Mansfield que se expresa, por ejemplo, de la siguiente manera:

“28 de enero – No me acordaré nunca de lo que ha pasado hoy. Ha sido un día vacío. Quizá al final de mi vida lo desee, lo quiera volver a tener. Había luna nueva; de esto me acuerdo. Pero quien vino o lo que hice, todo eso se perdió.”

Se puede observar una especie de avidez por recordar y en realidad se recuerda con el fin de apuntarlo, de llenar el diario. Lleno es lo contrario de vacío y el vicio de agregar cosas y más cosas en el diario lo sustituye y les permite superar la angustia ante ese vacío. No existe para estos seres el pánico antes la página en blanco pues se pasan la vida evitándolo. Es decir que tal vez esa página simboliza para ellos un acto de vida, lo contrario es la nada. En ese aspecto la Mansfield coincide con otros escritores como Kafka, que apunta:

“5 de febrero. Buena mañana, imposible recordarlo todo.”

Así se trate de:


·        un diario íntimo de tipo personal, en el que se registran los momentos especiales o los no especiales, pero que son simplemente de cada día;

·        un diario de notas tomado como motivo primordial de la vida;

·        el diario convertido en estructura de una novela.


En cualquiera de los tres casos, decíamos, hay un esquema muy parecido que consiste en:


·        exposición fragmentada y separada por las marcas temporales;

·        discurso espontáneo, especialmente cuando se escribe en presente y corresponde a la transcripción casi simultánea de los hechos con el momento en que ocurren


En este tipo de discurso no hay un orden lógico ni una necesaria relación entre cada declaración; es decir, entre las frases o las ideas que componen los fragmentos. Menos aun entre los fragmentos.

Nota personal: no estoy muy de acuerdo con la afirmación de “No existe para estos seres el pánico ante la página en blanco pues se pasan la vida evitándolo”, refiriéndose a los escritores que escriben en su diario de manera casi compulsiva, o quizás sí, el caso es que me parecen seres complejos, con miedo no sólo a la página en blanco –pues ese miedo sobreviene cuando lo que pretendes escribir es trabajo y no tus vivencias, deseos, pasiones, etc.-, sino a muchas otras cosas: a una vida en blanco, a perder los recuerdos –a mí me pasa, hasta el punto que he retomado varias veces la afición a escribir un diario y otras tantas lo he dejado por razones que no vienen al caso-.

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