viernes, 19 de octubre de 2012

Arte Poética – La oda


La lírica tradicional es una vía de experimentación poética tan significativa como muchas otras. Asociamos oda con canto. De hecho, para los griegos era un poema cantado. Para los latinos y para la literatura moderna, la oda es un poema lírico sin acompañamiento musical.
El yo del poema dialoga con un tú que ocupa el lugar del mundo objetivo. Hay una íntima correspondencia entre el yo y su desdoblamiento.
Por otra parte, en la actitud lírica que denominamos oda, el mundo interno y el externo aparecen amalgamados.


Variantes de la oda

Los subgéneros de la forma oda se dividen en: oda, himno, madrigal, sátira y elegía.

Oda:
Significa canto y es una composición que formalmente adopta la forma de la lira, aunque también se emplea la estrofa libre en heptasílabos y en endecasílabos. En ella el poeta muestra su entusiasmo ante algún hecho religioso o heroico o ante la vida tranquila del campo, como la que mostramos a continuación de Fray Luis de León:

¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto,
y Tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?

Himno:
En el himno, el poeta expresa sentimientos sublimes. Canta en torno a sentimientos políticos, civiles, deportivos, religiosos…
El himno se divide en tres variantes: ditirambo, epinicio y salmo:

  • el ditirambo se cantaba en las fiestas,
  • el epinicio es un himno dedicado a los atletas,
  • el salmo es un himno religioso. Como la Biblia por ejemplo.

A continuación un ejemplo de himno de Fernando de Herrera:

Cantemos al Señor, que en la llanura
venció del ancho mar al Trace fiero;
tú, Dios de las batallas, tú eres diestra,
salud y gloria nuestra.

Madrigal:
Al madrigal es un poema breve de tipo amoroso. Es de origen italiano y está formado por endecasílabos y heptasílabos de rima libre.

Ejemplo:

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos,
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos

Gutierre de Cetina.

Sátira:
La sátira es un poema que censura vicios y defectos o se burla de alguien.
A continuación transcribimos la sátira de Lope de Vega donde hace una satírica descripción de Madrid

Lugar de tantos cuidados
que se dan y se reciben;
lugar donde tantos viven
envidiosos y envidiados.

También mostramos otro ejemplo del poeta Francisco de Quevedo:

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal varado;
era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
(…)


Elegía:
La elegía sirve al poeta para expresar el dolor que siente ante una desgracia. Etimológicamente significa “llanto”, procede de las ceremonias fúnebres o de las acciones de gracia hechas por los fieles.
Generalmente parten de la muerte de una persona para pasar a reflexionar sobre la muerte.
Recordemos la famosa elegía de Jorge Manrique:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando…



Apropiarse de la oda

Apropiarnos de la oda, como de todos los materiales literarios existentes, es otro modo de incitación a la escritura.
Podemos trabajar tanto con la oda propiamente dicha como con cualquiera de sus variedades.
Se trata de no leer los poemas de este tipo, escritos por diferentes autores, como algo lejano o ajeno, sino como un material con el que se pueden establecer nuevas relaciones y escribir a partir de ellos otra cosa.
Veamos alguna posibilidad a partir, por ejemplo, de un madrigal:
En primer lugar, y es un método útil para aplicar con cualquier tipo de texto, se copiará en madrigal tratando de “sentir” qué palabras nos “penetran” con más ímpetu, con más reverberaciones. Separar esas palabras apuntándolas en columna, será e primer paso para reconstruir en madrigal. Luego, respetar la condición fundamental: que sea breve y esté compuesto por versos endecasílabos y heptasílabos  dispuestos libremente.
Pero las palabras extraídas se integrarán en el nuevo contexto.
La ventaja de este método es que mientras leemos nos apropiamos de un vocabulario y de un ritmo no comunes para incorporar a nuestro propio estilo.

Ejemplo:
Con el madrigal citado en este mismo apartado trabajaremos de la siguiente manera:
Las palabras “sentidas”:

     ojos
     alabados
     airados
     piadosos
     bellos
     ira
     menos

El texto resultante, utilizando rima libre:

No tienes tontos ojos,
ni alabadas pestañas traicioneras,
ni son rojos tus antojos airados.
Si tuvieras los ojos que me miran,
Roja no te vería.


Los recursos del poeta

 
El corazón de lo desconocido:       
Arthur Rimbaud

De nadie mejor se puede decir que “el poeta es el poema” que de Rimbaud. Hablaba de “La visión instantánea que nos hace descubrir lo desconocido, no en una lejana tierra incógnita, sino en el corazón mismo de lo inmediato”. Llegar a lo desconocido era la gran meta del poeta iluminista. “Trabajo para volverme vidente”, escribió en una carta. Rimbaud explora la mente y el corazón humano. Apunta la palabra Poeta con mayúscula y se refiere a sus palabras como a un oráculo.

Persecución de la unidad

A diferencia de los poetas que consiguen formar un todo con la naturaleza, Rimbaud es de los que no encuentran esa unidad, igual que muchos poetas modernos y a diferencia de los clásicos.
El círculo es la figura que simboliza la unidad, la armonía con el universo. Ese círculo que estructura las formas y tranquiliza incluso al artista moderno se encuentra, al fin, en el último verso de su soneto más conocido, Vocales, y dice:

            “¡O, la Omega, rayo violeta de sus Ojos!”

donde demuestra que este círculo parte del lenguaje mismo, de la circularidad de la vocal “o”.
Entonces, consigue la unidad, fundamentalmente, entre lo que expresa y el material empleado para expresarlo.

Vocales

      A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul
      algún día hablaré de vuestros nacimientos latentes:
      A, negro corsé peludo de las moscas deslumbrantes
      que zumban en torno a pestilencias crueles
      golfos de sombra; E, candores de vapores y tiendas,
      lanzas de altivos glaciares, rayos blancos, escalofríos de umbelas;
      I, púrpuras, sangre escupida, reír de hermosos labios
      en la cólera o en las borracheras penitentes;
      U, ciclos, vibraciones divinas de mares verdosos,
      paz de pastos sembrados de animales, paz de los surcos
      que la alquimia imprime en los vastos frentes estudiosos;
      O, supremo Clarín lleno de estridencias extrañas,
      silencios atravesados por Mundos y por Ángeles:
      ¡O, la Omega, rayo violeta de sus Ojos!



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