jueves, 30 de agosto de 2012

Secretos y recursos de la creatividad – El germen de una idea – Parte 3



Disfrazar las referencias y no responder a su código típico y tópico es una manera de generar la idea.
Si un pasillo oscuro y tenebroso indica un crimen, emplear el pasillo para hacerle creer al personaje que pasará algo y que no pase nada.
Darles la vuelta a las cosas no es solamente emplear el mecanismo contrario que el lector espera por el hábito para completar una escena, sino también mirar las cosas de otra manera, desde otra perspectiva.
Convertir los lugares comunes en insospechados. Un buen ejemplo es el anteriormente citado del pasillo oscuro y tenebroso. Buscar señales visuales haciendo entrar en contacto dos referencias diferentes. Por ejemplo, una manzana y la luna coinciden en su redondez y al hacerlas entrar en contacto pueden convertirse en el germen de una idea.
Ya en el terreno de la escritura, podemos utilizar, por ejemplo, un género literario para expresar lo que de acuerdo a las normas o a las reglas pertenece a otro. Se puede escribir una declaración de amor encuadrada en un anuncio publicitario. Pero no nos cansaremos de repetir que escribir es, entre otras muchas cosas, trasgredir las normas y las reglas, ir más allá de lo que se supone o se espera.


La sugerencia:
Tratar de rescatar lo que del otro lado de as cosas.


La intuición creadora

Con la intuición creadora se relaciona frecuentemente el consabido estado de la inspiración. A lo largo de la Historia, o bien se ha abusado de ella o bien se la ha negado. Cuando el poeta Maritain se refiere a ella, dice:

“La inspiración es siempre necesaria como intuición poética, o sea, en su simiente primaria… Los transportes, los raptos, los delirios y el frenesí no constituyen sus elementos esenciales: sólo son señales de la debilidad de la naturaleza, que pueden proceder, por lo demás, de fuentes espúreas.”

Muchos poetas y escritores, desde Platón y Aristóteles, creían en su existencia y apuntan inmediatamente intuiciones que para nosotros no dependen de la Musa, sino que por alguna razón se percibe algo que es el germen de una idea:



·        una corazonada
·        un rapto
·        una iluminación súbita


Los románticos, por ejemplo, pasaban del período de inspiración al de inactividad. Alfred de Musset afirmó:

“No se trabaja: se escucha. Es como un desconocido que os habla al oído.”

Y Lamartine dijo también:

“No soy yo el que piensa: son mis ideas las que piensan por mí.”

En realidad a lo que ambos se referían es al período de concentración, que cada cual resuelve a su manera, y en el que hay una preparación para recibir al germen que uno mismo provoca.

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