jueves, 28 de junio de 2012

Secretos y recursos de la creatividad – Explorar el territorio de la imaginación – Parte 1

Explorar el territorio de la imaginación


Quien pueda suponer lo que ocurre detrás de unos postigos o más allá del planeta; quien sepa visualizar lo que nunca vio o inventar las preocupaciones, los anhelos de los seres ocasionales que casualmente encuentra en su camino, puede escribir. No sólo porque sabe imaginar sino también porque es capaz de imaginar incluso lo real: es el caso de quien sabe, por ejemplo, que un televisor trasmite imágenes gracias a un sistema de señales eléctricas y al mismo tiempo admite que dentro de esa caja habitan cantantes, pistoleros, gente que se enamora…
La gran literatura no nace de la razón, sino de la imaginación. Por eso se suele decir que los libros se gestan en silencio.


Sumergirse

La imaginación es la condición que nos permite convertirnos en lo que nos niega la realidad. Como práctica, intentar ser un objeto, otro sujeto, un animal, un paisaje, etc., es un modo de abrirse hacia la escritura.
Ser uno con el silbato del tren, ser el silbato. He aquí la clave. Transformarse en pájaro o convencerse de que se sabe volar. O en el padre que lleva su bebé en brazos apretado contra su pecho mientras se pasea por el andén. Ver un pueblo desde la ventanilla del tren y zambullirse en sus calles, ser de ese pueblo durante el instante que dura la fantasía, elegir una casa vista al pasar y “vivirla”. Ver unos colores: amarillo, rosa y verde, y dejarse llevar por ellos hasta una olvidada estación.
Sumergirse en el bolso de la señora que espera el autobús o en el olor a madera de la antigua cafetería.


La sugerencia:
Ser todo durante unos segundos para imaginarlo con más energía.



La conjetura

Conjeturar es un buen ejercicio para la imaginación. Podemos ensayar la conjetura como actividad independiente o como un paso consecutivo a sumergirnos en algo y ser eso.

·  Como actividad independiente
Frente a una situación proponernos un abanico de conjeturas.

Por ejemplo, partiremos de la siguiente situación:

El tren aminora su marcha mientras avanza por un pasadizo de vegetación tupida.

Las conjeturas:

1        una plaga de insectos dificulta la visión del maquinista;
2       unos bandidos aguardan entre la maleza y amenazan al convoy;
3       la maleza es cada vez más compacta y empieza a “tragarse” al tren;
4       el maquinista desea que los viajeros disfruten del paisaje;
5       el maquinista se ha quedado dormido

Como se observará, cada conjetura puede dar lugar a un tipo de narración:

1        ciencia ficción
2       narración de aventuras
3       narración fantástica
4       narración realista-bucólica
5       narración onírica

·  Como paso siguiente a sumergirse
Si estamos en un sitio determinado, y observamos a nuestro alrededor, podemos desarrollar ambos pasos, o sea, primero sumergirnos en algo y después conjeturar.

Por ejemplo, lo realizamos en un tren:

            Primer paso:
Sumergirnos en el joven guapo que ocupa el asiento junto a la joven de azul, ser el joven.

Segundo paso:
Conjeturar por qué ella le ha sonreído al tirar el bolso del asiento.

Otra posibilidad:
Retomamos la observación ya citada de aquel padre que lleva su bebé en brazos apretado contra su pecho mientras se pasea por el andén.


La sugerencia:
Desarmar todo tipo de textos, incluidos los eminentemente técnicos, como las instrucciones del uso de un aparato o el prospecto de un medicamento.


Nos hemos sumergido en él y somos ese padre.

Conjeturamos:

1        ¿por qué lo aprieta?
2       ¿adónde lo lleva?
3       ¿estará divorciado?
4       ¿será extranjero?


La sugerencia:
Elegir una situación mínima extraída de lo que pasa a nuestro alrededor y apuntar la mayor cantidad de conjeturas en torno a ella como material para aprovechar en un futuro texto.

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