miércoles, 16 de mayo de 2012

Leer para escribir – Samuel Beckett - La quietud inquietante




“El lenguaje creador es igualmente destructor: nada es más real que la nada. Si amar significa aprender a hablar el discurso del otro, es precisamente un equívoco de ese discurso el que suscita el relato.”

                                                                                                                       S.B.





No hay soluciones ni respuestas finales en los textos de Beckett. Tampoco hay metas. En la mayoría, lo que discurre es la repetición cíclica de los hechos, entre la tragedia y el humor feroz. Una consecuencia es la desintegración del personaje, de los protagonistas, de las diferencias entre ellos y de las palabras.


1  La inutilidad como tema

La espera de alguien que no llegará nunca o la busca inútil de alguien son motivos temáticos centrales en la obra de Beckett, tal como podemos ver, por ejemplo, en la trilogía novelesca formada por Molloy, Malone muere y El innombrable:

·        Molloy es un vagabundo, emprende una búsqueda inútil, es perseguido por otro y lo interrogan: “(…) que no tenía papeles en el sentido en que esta palabra tenía un sentido para él, ni ocupación, ni domicilio, que mi apellido se me escapaba de momento y que volvía a casa de mi padre a cuyas expensas agonizaba”.
·        Malone vive en una habitación. Su cuerpo es absorbido por las sábanas y se consume escribiendo: “Todo está listo. Menos yo. Nazco a la muerte, si me atrevo a decirlo. Tal es mi impresión. Curiosa gestación”.
·        El innombrable es una voz que habla y se descompone: “Sin nombre propio no hay salvación”.


2  La realidad última es la palabra

Los personajes marginales, grotescos, perdidos, se repiten y repiten las mismas palabras para escucharse y ocupar el recinto monstruoso, el espacio vacío que los horroriza. Hablan para no decir nada. Se burlan del lenguaje. Y así establecen una intensa compenetración con el lector o el espectador, cuando se trata como una obra teatral como Final de partida o Esperando a Godot, donde la contradicción está entre la palabra y la acción, por ejemplo:
Vladimir (angustiado): ¡Dí cualquier cosa!
Estragon: ¿Qué hacemos ahora?
Vladimir: Esperamos a Godot.
Estragon: Es cierto.
(Silencio)
Vladimir: ¡Qué difícil!
Estragon: ¿Y si cantaras?
Vladimir: No, no (Piensa) Lo único que podemos hacer es empezar de nuevo.
Estragon: Lo cierto es que no me parece difícil.
Vladimir: Lo difícil es empezar.
Estragon: Podemos empezar con cualquier cosa.
Vladimir: Sí, pero hay que decidirse.
Estragon: Es cierto
(Silencio)
Vladimir: ¡Ayúdame!
Estragon: Pienso.
(Silencio)
Vladimir: Cuando uno piensa, oye.
Estragon: Cierto.
Vladimir: Y eso impide reflezionar
(…)
Estragon: ¿Qué hacemos ahora?
Vladimir: Mientras esperamos.
Estragon: Mientras esperamos.


3  Enfrentar el silencio

La meta principal en las narraciones beckettianas es conjurar el vacío y hacer frente al silencio. Sin embargo, la desaparición, el anonimato, la ceguera, las sombras, la quietud, son, entre otras, piezas de un rompecabezas que monta Beckett en gran parte de su obra como variantes del silencio productor de sus relatos. Entre estas piezas, una fundamental es la parálisis, la inacción que contrasta con las palabras. Veamos un ejemplo del final de Esperando a Godot:
Vladimir: ¿Qué? ¿Nos vamos?
Estragon: Vamos.
(No se mueven)”

  

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